enseñar para qué


ENSEÑAR PARA QUÉ
Desde que los griegos de los siglos V y IV aC activaran su paideia (su educación para los que han de ser ciudadanos), y seguramente desde antes y en otros lugares a los que nuestra ciencia de la Historia no ha llegado, ha resultado socialmente conveniente que los que saben más, porque han acumulado más experiencias y han tenido más tiempo para reflexionar sobre ellas, se sitúen frente (o entre: mayéutica) los que tienen menos conocimientos, y hagan por poner a disposición de la sociedad tales conocimientos basados en esas experiencias y reflexiones. Eso ha sido y es enseñanza, educación, pedagogía, magisterio, docencia... Es una técnica (tekné), no es una ciencia (episteme). No va buscando la comprensión tanto como la acción y el aprovechamiento de unos recursos, en este caso los recursos y los capitales humanos. Hay desde entonces, desde los antiguos griegos, un debate sobre la justificación de aquella paideia: Enseñar, educar, impartir docencia... para qué. Responder de una forma o de otra define la pedagogía de la que se trate en cada caso. El que lleva este blog, profesor en activo de Secundaria, tiene el convencimiento de que lo suyo (lo mío) es enseñar para no resignarnos a este estado de cosas que nos anonada como personas humanas que somos. No es la razón la que gobierna el mundo. Y la enseñanza debería allanar el camino para que esto acabara sucediendo algún día en alguna parte, empezando, tal vez, por el mundo que nos pille más cerca.

domingo, 8 de marzo de 2009

SOBRE LA EDUCACIÓN, LA CIUDADANÍA, LAS MENTIRAS Y LAS CINTAS DE VIDEO


Fr. Nietzsche. Humano demasiado humano II. El viajero y su sombra, §267
SOBRE LA EDUCACIÓN, LA CIUDADANÍA, LAS MENTIRAS Y LAS CINTAS DE VIDEO Colaboración publicada en la revista anual ÁGORA, del IES Salvador Rueda (Málaga)

Los profesores somos educadores. Aunque no queramos. Lo mismo que los padres son educadores aunque no quieran (que la mayoría quieren), o aunque no sepan (que la mayoría saben). Que por qué somos educadores los profes. Porque, además de saber mucha Lengua o mucha Geografía o muchas Ciencias, unas más exactas que otras, y además de intentar traspasar a la otra parte, la de los alumnos, lo mucho que creemos que sabemos, resulta que también llegamos tarde (no siempre: las menos de las veces); no decimos toda la verdad (y muchas veces es lo mejor); nos cabreamos casi a diario; lanzamos exabruptos y hasta palabrotas (mi exabrupto favorito, decididamente, empieza por ‘gil’); nos alegramos de unas cosas más que de otras; y a veces nos equivocamos o caemos en contradicciones flagrantes ante la mirada complacida de nuestros alumnos, o la de los padres que los trajeron al mundo y al Instituto. Que por qué complacida; pues porque siempre gusta ver cómo uno o una que se supone que no tiene que equivocarse nunca va y se equivoca: es un espectáculo excitante, y gratuito. Bueno, pues es haciendo y deshaciendo todas esas cosas que los profes educamos. No diciendo qué es lo que está bien o está mal, sino actuando. Ésa es nuestra lección moral más patente y duradera. Y la de los padres.

Ahora a los profesores de Secundaria, desde las autoridades competentes, que son unas autoridades que se reclaman ‘educativas’, que ya es reclamarse, nos van a invitar a desarrollar una asignatura nueva que se llamará ‘Educación para la ciudadanía’, y que de hecho se desplegará en dos cursos de Secundaria (3º y 4º). En tercero la asignatura en cuestión se llamará ‘EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA Y LOS DERECHOS HUMANOS’ y en 4º ‘EDUCACIÓN ÉTICO CÍVICA’. En Andalucía la carga horaria está todavía por decidir. A lo mejor será una hora semanal para “ciudadanía y derechos humanos”, y dos para la “educación ético cívica”. Los libros los están acabando las editoriales, y al centro han llegado ya algunas muestras verdaderamente espectaculares; las programaciones de las dos asignaturas están ocupando ahora a los gestores académicos de los centros y, más concretamente, a los responsables de los departamentos de Filosofía y Ciencias Sociales, ya que, en principio, se presume que el profesorado adscrito a estos dos departamentos encontrarán más cercanas a sus áreas las materias que van a desarrollarse en estas dos asignaturas. Lo cual no quiere decir que, aunque el Departamento responsable de la programación de la asignatura sea el del Departamento de Filosofía, o el de Ciencias Sociales, no pueda ser el profesor de de Inglés (for example: éste es un centro bilingüe) quien pueda desarrollarla.

Entre los objetivos que se han planteado las autoridades competentes a la hora de presentar esta nueva asignatura e incorporarla a la nueva Ley Orgánica de la Educación destaca el de ‘promover una ciudadanía democrática como parte del conjunto de los objetivos y actividades educativas’, objetivo éste que se sitúa en la línea de una serie de declaraciones y recomendaciones que distintos organismos internacionales, desde la misma ONU al Consejo de Europa han hecho reiteradamente a los estados para que incorporen esta materia al desarrollo de sus programaciones educativas. Concretamente en Europa, y tras la recomendación 2000/12 del Comité de Ministros a los estados miembros son ya catorce los países miembros de la Unión Europea, es decir un 50 % de los estados miembros los que han introducido estos objetivos en sus programaciones. Me permito recordaros que, aunque el asunto de la Constitución Europea esté por el momento bloqueado la Unión Europea existe: tras la incorporación de Rumania y Bulgaria son ya 27 estados, y hay tres nuevas candidaturas aceptadas: Turquía, Croacia, y la antigua Macedonia yugoeslava (hay otra Macedonia, la griega, que ya es miembro de la UE)… Ya se me ha escapado un rollo profesoral. Perdón.

Mucho revuelo es el que se ha organizado y se sigue organizando a propósito de la nueva asignatura debido a la insistencia con la que una serie de particulares y de medios interesados (emisoras, periódicos, asociaciones de padres…) cercanos o afines al Partido Popular han vinculado la promoción de la misma con un supuesto empeño del gobierno presidido por Rodríguez Zapatero en educar a la juventud en ‘las nuevas ideologías de género’ (?), o en vincular a la Iglesia Católica con la difusión de la homofobia (la repulsa por la práctica o por la condición de la homosexualidad). Esto, sencillamente, no es cierto. Éstas son unas asignaturas cuyos modelos responden a normativas e iniciativas internacionales en las que España está materialmente interesada, unas asignaturas que tienen contenidos ideológicos, desde luego, pero que no pretenden ni deben ideologizar; éstas son unas asignaturas que tocan doctrinas éticas y prácticas morales, pero que no pretenden adoctrinar (consultar acepciones en el Diccionario de la Lengua: ideología / ideologizar / doctrina / adoctrinar). Éstas son y deben ser asignaturas informativas de valores y de actitudes ante la vida. Por supuesto que pueden ser aprovechadas, en una mala práctica docente, para ideologizar y para adoctrinar. Lo mismo que las Ciencias Naturales, las Ciencias Sociales, y, en realidad, cualquier otra asignatura: cuando las imparte un mal profesor. Y es que hay malos profesores, como hay malos alcaldes, y hasta como pueden haber obispos malos (aunque esto, desde luego, es mucho menos frecuente, a Dios gracias).

Que de qué van estas asignaturas ‘cívicas’ y/o políticas. Pues se trata de in-formar sobre valores (prefiero la fórmula ‘in-formar sobre valores’ que la de formar o ‘educar en valores’ porque ésta última me suena más a ‘conformar’ que a formar autónomamente); se trata de animar a estas criaturas humanas, que son personas en trance de autoformación y autoafirmación, a pesar de que nosotros insistamos en llamarlas ‘alumnos’, a plantearse en toda su profundidad el problema de la libertad, que es un problema de los gordos, gordos, gordos…; mostrarle a estas mismas personas humanas en trance de decir ‘aquí estoy yo’ cómo hay fórmulas y mecanismos políticos con los que se pueden plantear y obtener mejoras sensibles en sus sociedades (mostrarles, por ejemplo, que hay una cierta tensión entre el hecho de que la mayoría edad laboral no coincida con la mayoría política: no se vota hasta los 18, aunque se pueda cotizar a la Seguridad Social desde los 16, y que el cauce para enmendar estas situaciones potencialmente injustas se llama ‘política’); animarles a comprobar lo corta que es la distancia que separa la estupidez y las bromas con el racismo; animarles a comprobar lo corta que es la distancia que separa la estupidez y las distintas modalidades de pasividad que pueden afectar y que de hecho afectan a los jóvenes a los 14, 15, 16 … años (unas cinco horas frente al televisor al día en esa media de edad según distintas fuentes); cooperar con ellos en la tarea de valorar los peligros de asumir mensajes publicísticos (de contenidos morales, partidistas, religiosos, pseudoartísticos…) sin tamizarlos debidamente por la propia capacidad de reflexión; hacerles ver que la dignidad de la persona es un patrimonio de la humanidad, y que esa misma dignidad está por encima de cualquier convencionalismo… De esto van estas dos asignaturas, de esto y de otros asuntos más o menos afines: las asignaturas ‘cívicas’ son prácticas: deben instruir para la acción y para la autonomía de la misma.

Nosotros, en el IES Salvador Rueda, lo vamos a hacer lo mejor que podamos. Ése es nuestro compromiso. Y esperamos de las personas que vienen aquí a este negocio su colaboración. También esperamos la no colaboración de otras, las que no estarán por la labor. Aunque, pensándolo bien, si esto no fuera así a lo mejor no tendría tanto interés.

De las cintas de video, por cierto, no tengo nada que decir.

Desde el IES Salvador Rueda, de Málaga.








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